En esa hora maldita

En esa hora maldita

lunes, 3 de noviembre de 2014

En esa hora madita (Lo que aprendí)

Una historia a medias. Eso es lo que soy. Lo vivido ha dejado sus huellas y cicatrices, algunas muy profundas, otras muy leves y fáciles de llevar. En resumen un montón de vivencias que me han llevado al día de hoy. Aunque soy mi mas duro detractor, he de reconocer que al final conseguí soportarme a mí mismo. Aprendí a tolerar, que ya es mucho, la cercanía de la gente y a relativizar sus opiniones y juicios, a veces mínimente acertados, otras ni eso. Aprendí a no juzgar,  aun tengo pendiente no empatizar hasta el infinito con aquellos que me importan y con los que no. Bueno, vale, esta bien, no quiero perder esa capacidad. Para bien o para mal creo que es parte de lo que soy. No creo mucho en la humanidad como especie, pero me cuesta negarle la oportunidad al individuo, a pesar de las continuas decepciones recibidas. Tal vez a tí, que lees esto en este momento, te sucede lo mismo y sabes de lo que hablo.
Aprendí a tomarme la vida como viene, a sufrir, pero lo justo. Aprendí a disfrutar la noche, a dormir poco, a reír mucho a emocionarme con un verso y con un ratoncillo de campo, con una canción. Aprendí a verme reflejado en la mirada de un perro. Aprendí a vivir un poquito mejor, aún cuando el destino, a veces caprichoso, se empeñe en ponermelo difícil. Aprendí a dejar las prisas para mañana, a respirar hondo, a ganar, a perder y a reírme de mis victorias y de mis derrotas. Aprendí que la vida es un juego y que mientras pierdes o ganas la partida, puedes sentir la emoción de jugar, con ese nudo en el estómago en los momentos delicados, con el frío del fracaso mas absoluto y con el calorcillo que da el acertar de vez en cuando.
Aún tengo la impresión de no encajar en los puzles que la vida pone ante mí, pero en lugar de intentar ser otra pieza, he decidido cambiar de puzle cada vez que no encaje. En alguna parte debe estar el mio, y si no existe, me he prometido divertirme intentando encontrarlo. Siempre habrá una pipa con un buen tabaco para disfrutar bajo un porche estrellado. Siempre habrá un gin tonic con ese sabor especial a cítrico de madrugada. Siempre habrá alguien dispuesto a reirse de mí o conmigo. Siempre habrá una mirada  que se perderá la mía y una sonrisa en la que desearé perderme yo.
En fin esto soy, aquí y ahora. Creo que es suficiente  por el momento, pero prometo volver alguna madrugada por esta plaza, en esa hora maldita en que debería dormir, y no puedo.
Feliz noche.


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