En esa hora maldita

En esa hora maldita

viernes, 16 de septiembre de 2016

¿Qué sabe un cerebro de latidos?

---Dicen que te das cuenta de que alguien es especial cuando pasan días y días y ni te acuerdas de encender esa pantalla que lleva detrás pegada la electrónica que nos vuelve robots autistas llenos de excusas para no escuchar a quien tenemos al lado cada día. Esa, ya sabéis, esa que llaman televisor.
Dicen que te das cuenta de que alguien es único cuando te quedas ensimismado escuchando cada perlita que el tintineo de su voz quiere regalarte, mientras tu mente retiene sin poder evitarlo cada pausa, cada inflexión vocálica, cada tono y cada expresión y tu alma va haciendo tuyas las muescas de la suya y en su corazón encajan y se acomodan las puntas heridas del tuyo.
Dicen que te das cuenta de que alguien es la pieza que te falta cuando mira y ve lo mismo que tú, cuando lo que siente, lo que le emociona, lo que le hace reir y lo que le hace llorar es lo mismo sientes, que te emociona, que te hace reir y llorar a ti.
Especial, única, la pieza que falta... ¿te das cuenta? Yo sí.
---Tal vez no quiera darme cuenta--- replico aprovechando que Carlos tomaba un largo trago de su gintonic interrumpiendo su sermón.
---Hay cosas--- susurró mientras apuraba la copa ---que no dependen de la voluntad de uno, no es tu voluntad lo que hace latir tu corazón.
---Lo sé--- le digo ---El corazón es un músculo capaz de latir por sí solo...
---No, no, no--- me interrumpe ---deja para otro día las explicaciones médicas, tu corazón late porque se ha dado cuenta, se ha dado cuenta de que es especial, única, la pieza que te falta. Tu cabeza negará todo esto pero dime: ¿Qué sabe un cerebro de latidos? Eso es cosa del corazón amigo mío, a cada cual lo suyo.
---Anda cállate ya--- le digo con voz poco convencida al tiempo que hacía una seña al camarero para que trajera otros dos gintonics de Nordés mientras pienso como desviar la conversación hacia cualquier tema intrascendente bien lejos de mis órganos internos --calla y bebe.
Carlos sonrie y se lleva la copa a los labios ---Tu sabrás, a fín de cuentas son tus latidos.
Callo y bebo yo también mientras pienso cuanto odio a veces a este tipo, sobre todo cuando tiene razón. Al menos el gintonic esta bueno. Suficiente para mí.