En esa hora maldita

En esa hora maldita

domingo, 28 de febrero de 2016

El cristal de las edades.

Me veo reflejado en tus pupilas siempre tan llenas de alegría y me inyecto en vena tus ganas de vivir. Soy consciente de que me estoy convirtiendo en un adicto, en un yonky miserable colgado de tus risas, de tu voz, de esa manera que tienes de llenar de colores los rincones de mi alma que otras mujeres sin alma, frías como el mármol dejaron pintados de negro mate.
Respiro mientras mi mente analiza cada una de tus palabras, de tus gestos, de las pequeñas trampas que tu subconsciente te pone mientras hablas. Intento ser racional, frío... intento apartarme, esconderme, huir de ti subiendo  al carruaje arrastrado por las mil heridas que dejaron en mi vida los zarpazos de las garras que, disfrazadas de besos de amor eterno, lograron romper mi corazón desde dentro, pero es en vano. Tal vez contigo bajo la guardia porque, inconscientemente, se que no hay peligro. La distancia que nos separa no se mide en metros, pero es tan grande que ni andando toda la vida uno al encuentro del otro llegaríamos a encontrarnos. Dicen los cĺásicos que el amor no tiene edad y tal vez sea cierto, pero los que aman sí. Estamos, pues, condenados a vivir cada uno en nuestro lado del cristal de las edades, ese cristal frío, duro y transparente que nos permite vernos siempre que queramos, pero que nunca nos dejará tocarnos.
Si pudiera, lo haría pedazos de tal modo que jamás pudiera volver a reconstruirse, pero como no es posible escribo  estas lineas a  besos sobre él, pidiéndole al cielo que un día deje de proteger nuestras pieles del roce de nuestros labios.
Mientra tanto se despide, siempre tuyo,

Carlos.

2 comentarios:

  1. Un amor imposible, todos hemos tenido alguno de esos. Aunque no estoy de acuerdo con el tema de la edad. Yo de verdad creo que no importa y que nunca se es demasiado joven o viejo para amar.
    Un abraxo.

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