En esa hora maldita

En esa hora maldita

sábado, 17 de octubre de 2015

"Psicóloca"

Como es la vida ¿eh?. Parece que era ayer que reíamos aún sin querer, como dos riachuelos que se van entrelazando a ratos dejando escapar el murmullo alegre del agua corriendo y de la vida que brota y se acomoda en ellos, siguiendo un curso que parece infinito, sin preocuparse por si al final habrá un final. Fueron días increíbles y noches mágicas en las que no podíamos ni imaginar las heridas que el destino nos guardaba, esas que luego dejaron muescas en las culatas del revolver que llamamos corazón, con el que disparábamos a diestro y siniestro en aquellos tiempos sin preocuparnos de apuntar bien ni de quedarnos sin munición. Como imaginar que tras aquellos los veranos llegarían tantos inviernos y que los cursos de nuestros ríos tomarían caminos tan distintos y tan distantes.
Años mas tarde te vuelvo a encontrar y un terremoto pone a prueba los cimientos mas profundos de mi ser. Parece que no ha pasado ni un día tan solo sin vernos. Por un rato volvemos a ser tu y yo, otra vez tu y yo. Arrastramos cada uno las colección de cicatrices y heridas que va  abriendo la vida de adultos en los corazones de adolescentes que se niegan a crecer, esas que te encuentras por el camino,; esas de las que nadie nos avisó que llegarían. Cuando supe que te habías decantado por ser una profesional de la psicología me dije que entre los dos podríamos dar trabajo a toda una promoción de  "hurgadores de la conducta ajena". No sé si habrás podido aprovechar esos conocimientos en beneficio propio. Te miro y veo una personita que aún no ha sabido encontrar su sitio en este mundo de locos tan cuerdos. No me molesta reconocer que yo tampoco se muy bien donde colocarme para encontrar algo de paz, así que seguimos empatados. Diría que eres frágil, aunque no débil, que al igual que yo muchas veces pareces alegre a los ojos de los demás, incapaces de ver que no es porque tengas una  tendencia natural a la alegría, sino porque morirías si dejaras a la pena ganar terreno . Como yo te escondes tras una armadura de cartón que simula ser acero, de esas que dan el pego hasta que llega una espada enemiga y la golpea, entonces la herida abierta te recuerda que la armadura no era tal y duele hasta el infinito, aunque no mate.
Hoy me acuerdo de ti, no se bien porqué, y aprovecho que Carlos anda despistado para robarle el teclado y brindarle un pequeño homenaje a tu dulce locura de ayer, de hoy y de siempre, porque has de saber que hoy no escribe Carlos, hoy soy yo el que se asoma a esta pequeña ventana para decirte que siempre seras mi "psicóloca" favorita y que, ahora que no nos oye nadie puedo decírtelo, tal vez nuestos cuerpos acusan los años pasados y tal vez no queda en nuestras almas sitio para una herida más, pero sigues obsequiando al mundo cada día con la misma mirada limpia y dulce de hace mas de dos décadas. Que fácil me sería pintar con un verso cada una de tus mañanas y despertarte con él.
En fín, me despido ya antes de Carlos note que le han robado su espacio y su tiempo con nocturnidad y alevosía.

Querida "psicóloca", un abrazo fuerte.
Con cariño:
Edu.

2 comentarios:

  1. Tu forma de escribir me apasiona, eres capaz de transmitir lo que sientes en cada letra. Hacía tiempo que no me pasaba por aquí, lo cierto es que lo echaba de menos cuesta encontrar a alguien que de verdad te remueva por dentro.
    Saludos.

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