En esa hora maldita

En esa hora maldita

miércoles, 11 de marzo de 2015

Primavera

Me encantan estos últimos días de febrero. La vida lucha contra el frío sabiendo que ganará. El invierno va perdiendo su poderío. Ya no saca pecho intentando congelar las  madrugadas. La debilidad de quien se sabe acabado mina su orgullo. En un último esfuerzo, hace acopio de toda su energía para bajar las temperaturas un rato cada noche. Cada vez menos rato. Se siente viejo y agotado mientras contempla impotente como todo aquello que parecía muerto hace unas semanas, resucita para hacerle ver que el mundo no murió en realidad, que tan solo estaba dormido. La fría estación se desvanece envuelta en un soplo de aire fresco que inunda los campos. Los brotes de los árboles se dejan querer por la cálida melodía del canto irreverente de mil pajarillos diferentes que llegan de todas partes. Ha sido un invierno largo. Durante interminables meses, años diría yo, la frialdad de tu mirada ha llenado mis venas de sangre escarchada, empujada lentamente por un corazón que decidió hibernar y encerrarse en si mismo como el oso se encierra en su cueva a dormir y esperar tiempos mejores. Es tiempo de despertar. Levanto la mirada y veo que el deshielo ha llegado también a tus ojos. La gélida capa de indiferencia que te servía de escudo se funde ahora, dando paso a un rio de lágrimas en el que flotan tus emociones, dejando tu esencia desnuda ante mí. Te sorprendes a ti misma hablando y riendo conmigo. Sabes que te sienta bien y ya no te castigas privándote del abrazo de mis palabras. Buscas el calor de mis caricias en la distancia y en esas horas del día que no las tienes, eres consciente de cuánto las necesitas. Esa muralla que quisiste construir a base de autocontrol cae hecha pedazos y descubres lo absurdo que es negarte el vínculo que compartimos, aún sin tocarnos.
Juro que intenté avisarte de que los escritores somos así, capaces de vencer distancias y tiempos para hacer que los latidos de un corazón se acompasen a las pausas de nuestras comas. Pronto te daras cuenta de que respiras al ritmo de mis frases y de que tu pulso se dispara cada vez que te escribo y te describo. No tengas miedo. No es nada malo. Es tan sólo eso, que se ha acabado el invierno. La primavera, tu primavera, se ha presentado sin avisar. Siempre es así de traidora. Es parte de su mágico encanto. Viene para recordarte que no estabas muerta, que simplemente dormías. He querido escribirte estas lineas  para avanzarte, en primicia, que llegados a este punto el verano es inevitable. Ahora ya lo sabes.
Bienvenida a tu primavera. Y a la mía.


La vida es un brote tierno
que en tu mirada sincera,
le dice adiós al invierno.
Bienvenida, primavera.




6 comentarios:

  1. Me encanta lo que escribes sigue así! :)

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  2. Después de leerte y de disfrutar cada imagen que construyes, llego a la conclusión de que "ella" no despertará porque llegue la primavera, sino que la primavera vendrá porque tú despertarte, a fuerza de tenaz ilusión, a la mujer :)

    Es bien sabido que hay sentimientos capaces de alterar el curso de las estaciones, verdad? A buen seguro ésta será la primavera más acogedora y cálida en años gracias a tí (y a ella) :)

    Ainsss qué bien escribes, puñetero!!

    Un abrazo, que tengas buen dia :)

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  3. Uauu sabes cuando lees y el resto del mundo desaparece? Eso has conseguido conmigo durante uno minutos. Eres un crack!

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    1. Me alegro mucho de haber podido causar ese efecto.Gracias Un abrazo :)

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