En esa hora maldita

En esa hora maldita

sábado, 24 de enero de 2015

Mi cuento, de momento, empieza bien.

Llegó puntual. Sus cabellos dorados bailaban al son de sus pasos. Sus ojos grises se iluminaron como preludio de una radiante sonrisa que  hizo subir varios grados la temperatura del bar en aquella noche de enero. Carlos alzó la mirada y la observó: Tenía esa belleza propia de los países fríos, delgada sin excesos, con proporciones diabólicamente perfectas, cada centímetro de su cuerpo parecía esculpido por Miguel Angel. Estaba cerca de los cuarenta años, Carlos lo sabía, pero no parecía tener más allá de treinta y cinco.
-¡Hola!- Saludó con un dulce acento que sólo las chicas rusas y los ángeles tienen. -¿Llego tarde?.
-No- Carlos se sentía absurdamente bloqueado, incapaz de hablar. Tenía mil chistes preparados para romper el hielo, pero le fué imposible acertar a enlazar dos palabras coherentes, así que usó el recurso fácil de pedir dos cervezas para no parecer mas imbécil de lo estrictamente necesario.
Al calor de las cervezas las preguntas tópicas y los monosílabos dejaron paso a una conversación de verdad en la que historias familiares, anécdotas y risas se peleaban por ganar la batalla a la tristeza de los recuerdos y las malas experiencias vividas. Carlos sintió que aquellos ojos grises eran como una puerta de cristal que dejaba ver el interior de la muchacha. Y miró. ¿Como resistirse?. Vio timidez, bondad, ganas de volver a vivir, alegría contenida... todo desordenado, revuelto y aliñado con una pizca de amargura.
La magia de la noche y el buen hacer del camarero que les cambiaba copas vacías por cervezas frías hizo que tres horas parecieran cinco minutos.
-¡Me tengo que ir!- Exclamó la muchacha al percatarse de lo tarde que era.
-Esta bien- contestó Carlos resignado.
-Podemos quedar otro día...
-Mañana- Interrumpió Carlos rezándole a todos los dioses en los que no cree para que ella accediera.
-De acuerdo, mañana -Rió.
Salieron del bar y al decirse adiós, lo que debía ser un beso de despedida en la mejilla acabó, sin que ninguno de los dos supiera como ni por qué, en una guerra de labios que se negaban a separarse.
Finalmente Carlos subió a su coche y arrancó con la boca aún llena del adictivo sabor que dejan los labios de mujer cuando en lugar de decir "adiós", dicen "hasta mañana".
Sonrió mientras se incorporaba a la circulación e inconscientemente tarareó la canción que sonaba en la radio: "Lo leí, lo soñé, lo viví, lo inventé... mi cuento, de momento, empieza bien..."*
Dándole las gracias a Sabina, aceleró y se perdió entre los coches.

*De la canción "Los cuentos que yo cuento" de J.Sabina

7 comentarios:

  1. ¡Que suerte! empezo bien¿que paso mañana?

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  2. En breve, otra entrada explicando el "mañana" ;)

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  3. Uffffff!!!! Me tienes intrigada!!!!! Como continuaaaa???? Por diossssss no tardes mucho en escribir el resto!!!!!

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  4. Uffffff!!!! Me tienes intrigada!!!!! Como continuaaaa???? Por diossssss no tardes mucho en escribir el resto!!!!!

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  5. Empieza bien y continuará mejor, seguro! Ahora que nos tienes a todos enganchados no nos dejarás así, no?? ;)

    Un abrazo!

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    1. Habrá más capitulos... Veremos si mejor o peor. ;) Un abrazo

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